AUTOR: Pe LEONARDO BARRAZA EP
La Imagen de Jesús Misericordioso
La imagen de Jesús Misericordioso tiene su origen en la visión que tuvo santa Faustina Kowalska el 22 de febrero de 1931, tal como ella misma anota en el Diario:
Por la noche, cuando estaba en mi celda, vi a Nuestro Señor vestido de blanco. Una mano se levantó en señal de bendición, y la gorra tocó su túnica sobre su pecho. De la túnica entreabierta sobre su pecho salían dos grandes rayos, uno rojo y el otro pálido. […] Poco después, Jesús me dijo: “pinta una imagen según el modelo que ves, con la inscripción: 'Jesús, en Ti confío'. Quiero que esta imagen […] sea solemnemente bendecida el primer domingo después de Pascua, y ese domingo debe ser la fiesta de la Misericordia”.
Sin embargo, una de las características de esta Imagen de Jesús son los dos rayos, cuyo significado fue aclarado por Él: “El rayo pálido significa el agua que justifica a las almas; el rayo rojo significa la sangre que es la vida de las almas. […] Dichoso el que vive a su sombra”. En efecto, el Divino Maestro dijo también a Faustina: “Por esta Imagen concederé muchas gracias a las almas. Ella debe recordar las exigencias de Mi misericordia, porque incluso la fe más fuerte no sirve de nada sin las obras”.
La Fiesta de la Divina Misericordia
Jesús manifestó a Faustina: “Quiero que sea la Fiesta de la Misericordia. Quiero que esta Imagen, que pintarás con un pincel, sea solemnemente bendecida el primer domingo después de Pascua, y ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia”. Además, Jesús le dijo: "Quiero que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas, especialmente para los pecadores". Además, en otra sección del Diario, Faustina registró otras palabras elocuentes que Jesús le había dicho: “Las almas se pierden, a pesar de Mi amarga Pasión. Os doy el último salvavidas, es decir, la Fiesta de Mi Misericordia. Si no reverencias Mi misericordia, perecerás por toda la eternidad”.
La Coronilla de la Divina Misericordia
En este sentido, Nuestro Señor enseñó a Faustina a rezar la Coronilla de la Divina Misericordia, práctica piadosa para aplacar la ira de Dios.
“Esta oración sirve para apaciguar Mi ira. Lo rezaréis durante nueve días, a través de la Coronilla del Rosario, de la siguiente manera: Primero rezaréis el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo. Luego, en las cuentas del Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras: “Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en expiación por nuestros pecados y los de los mundo entero". En las cuentas del Ave María rezarás las siguientes palabras: “Por su dolorosa Pasión, ten piedad de nosotros y del mundo entero”. Al final dirás tres veces estas palabras: “Dios Santo, Dios Fuerte, Dios Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero”.
Venerar la Hora de la Misericordia de Dios
De hecho, Nuestro Señor le enseñó a Faustina una devoción diferente: venerar la hora de Su muerte: “Cada vez que oigas el reloj dar las tres de la tarde, debes sumergirte completamente en Mi misericordia, adorándola y glorificándola. Implora su omnipotencia en nombre del mundo entero, y especialmente de los pobres pecadores, porque en ese tiempo [la misericordia] se abrió de par en par a toda alma”.
Nuestro Señor llegó a detallar una forma de practicar este acto de piedad: “Hija mía, trata de rezar el Vía Crucis en esta hora, en la medida en que tus deberes te lo permitan, y si no puedes hacer el Vía Crucis, entra, en al menos un momento en la capilla, y adorad Mi Corazón, que está lleno de misericordia en el Santísimo Sacramento. Si no puedes ni ir a la capilla, recógete en oración donde sea que estés, aunque sea por un breve momento”.
Elevado al honor de los altares
Juan Pablo II la beatificó el 18 de abril de 1993 y luego la canonizó el 30 de abril de 2000. Posteriormente, ese mismo año, el Pontífice instituyó la Fiesta de la Divina Misericordia, que se celebraría litúrgicamente el domingo siguiente a la Pascua. Así lo pidió Nuestro Señor a Santa Faustina, quien desde el Cielo vio el cumplimiento del deseo que había manifestado cuando aún vivía en este mundo: “La glorificación de Tu misericordia, oh Jesús, es la misión exclusiva de mi vida”.
Fuente: Diario (la Divina Misericordia en mi alma), Santa Maria Faustina Kowalska, edición brasileña realizada por la Congregación de los Padres Marianos, Curitiba, 1995.